Señor danos un corazón como el tuyo!
“Misericordia para mi!, entonces Dios es justo”.
“Dios se muestra compasivo y misericordioso con los demas ; cuestionamos a Dios”…
No nos damos cuenta que aquel que se arrepiente está reviviendo, volviendo a la vida; mientras el que juzga, el que no supera prejuicios se está muriendo en vida. Por que se muere en vida? Porque no esta disfrutando a plenitud de las bondades del Creador; disfruto del sol pero me separo de la calidez que da tener una relación personal con Dios Padre, veo el amanecer pero no veo con los ojos de Cristo a mi prójimo y así sucesivamente vivimos la vida como de a migajas, como de aquel lado de la alambrada.
El Señor es lento a la colera y rico en misericordia, el ser humano es rápido a la crítica y pobre en compasión.
Cuantas veces con nuestra actitud le hemos pedido nuestra herencia a Dios Padre?
Cuantas veces hemos lanzado a la basura los dones preciosos que nos ha dado?
O peor, cuantas veces por nuestro testimonio de vida hemos hecho devolver al hermano que venía de camino a reconciliarse con Dios Padre?, empujamos al prójimo del camino de la reconciliación; por una actitud egoísta de tener la “misericordia” para mi solo; es como si nuestra relación fuera de niño malcriado, rabietas, gritos, patadas, etc
Si estamos con Dios no podemos ser como el hermano mayor, tenemos que sacar ese corazón de piedra que nos quiere partir el pecho; tenemos que tener un corazón parecido al de Él.
Pidamos a Dios que nos permita atesorar en nuestro corazón esos momentos en los que volvemos a Él luego de alejarnos de su Gracia y que siempre estemos dispuesto al arrrepentimiento. Que como hijo que está en la Casa , seamos quienes a gritos de alegria avisemos al Padre que ahí viene el hermano que se había marchado, que hay que preparar la fiesta, el banquete y dispuestos a entregar nuestro traje de fiesta al hermano que regresa.
“Señor danos un corazón como el tuyo!”