Lo Que Ellos dicen, Mas No Lo Que Hacen
Mateo 23, 1-12
Desde tiempos antiguos al ser humano se le ha hecho difícil comprender que el servicio a Dios no es privilegio que te permite estar por encima del prójimo, sino mas bien servicio para estar al lado de El; viviendo sus situaciones y como buen pastor; caminando junto al prójimo la senda que lo habrá de llevar a mejores pastos.
En el momento histórico que le tocó estar a Jesús entre nosotros la situación no era diferente respecto a los líderes religiosos del pueblo judío. Muchos preceptos pero poca Misericordia; muchas leyes pero poco testimonio de vida.
Hoy día la situación no cambia y vemos en todos los ámbitos como el poder corroe al hombre, pasando por todos los ámbitos de la actividad humana vemos corrupción, avaricia, desenfreno, soberbia, prepotencia; como llama Pablo frutos de la carne. Incluso la Iglesia no escapa a este cáncer y muchas figuras de liderazgo caen ante las tentaciones y dan mal testimonio… pero Jesús, que como Dios Hijo conoce el corazón del ser humano lo dice y lo repite “hagan y cumplan lo que ellos dicen mas no hagan lo que ellos hacen”. Pero y nosotros ¿Qué hacemos desde nuestro sacerdocio común por el bien de nuestros hermanos y hermanas, por nuestro prójimo? ¿Alejamos a través de nuestro testimonio de vida a aquel que se quiere acercar a Dios?, ¿Caemos en “tecnicismos” para alejar la Misericordia de nuestro hermano?, ¿Sirvo de manera desinteresada en alguna institución? ¿Cómo estoy educando a mis hijos e hijas con respecto a las necesidades de los demás? ¿Lo que digo es coherente con lo que hago?… pienso que el mejor cristiano es el mudo; no tiene la oportunidad de hablar, solo de hacer por el Reino de Dios.
En su infinita misericordia el Señor no se separa de su pueblo y las enseñanzas de Jesús no permanecen por la voluntad de un rey, un obispo o un gran filantropo… permanecen entre nosotros por el testimonio de vida de muchos hombres y mujeres que desde su lugar en la sociedad santifican su vida para servir a los demás, superando prejuicios, haciendo obras de misericordia y sobre todo tratando de ser ese Jesús por el cual ora el necesitado.
Pidamos al Espiritu Santo que nos guíe para tener una vida llena de testimonio cristiano, dejando de poner cargas a los demás, sirviendo con humildad, tratando de quien se vea sea Cristo y no nosotros.