Nuestra Inhumana Humanidad

Tomás se convierte en el blanco perfecto para ser criticado por su alto grado de incredulidad; es la pieza ideal sobre la cual podemos descargar toda nuestra “inhumana humanidad” al no creer; Tomas es incrédulo en dos sentidos; no cree en el testimonio de la experiencia comunitaria con el Resucitado, ni tampoco cree en las palabras de Jesús de que resucitaría de entre los muertos, al parecer no entendió las explicaciones que Jesús dio a sus discípulos.
Hoy día ambos tipos de comportamientos permanecen tanto a lo interno de las comunidades cristianas como en la sociedad en sentido general.
En la comunidad cristiana queremos encerrarnos en la comodidad del “cuarto cerrado” y esperar que Jesús venga a mostrarnos sus llagas al igual que hizo con Tomás; y que tanto nos parecemos a Tomás! que no retenemos las enseñanzas del Maestro de ir por el mundo llevando su Evangelio para buscar aquel hermano que un salario de miseria le atraviesa las manos, o buscar aquel padre de familia que sus pies son atravesados por largas jornadas de trabajo inhumano, buscar aquella madre de familia que la impotencia de ver que su hijo padecer en una cama sin atención médica le atraviesa el costado o salir al encuentro de la joven que carga una corona de prejuicios que no le permite desarrollarse socialmente y que diariamente es estigmatizada.
Pidamos al Espíritu Santo que no permita que la novedad experimentada por la primera comunidad cristiana al recibir al Glorificado, se pierda en las nuestras y que la certeza para creer que Jesús entra a nuestro cuarto sea el testimonio de vida lleno de serviciio con amor a nuestro prójimo.

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