Padre, que se haga tu voluntad y no la mía
Al terminar la Cena del Señor, Jesús y sus discípulos salen para el huerto cubiertos por la noche. Es un momento que lo llevamos desde el sentimiento de la negación hasta el sentimiento de tristeza o pena en el preludio donde la traición tomará forma y esto nos impide llevarnos a nuestro hogar y a nuestros corazones las revelaciones que esos minutos nos guardan.
Jesús apartado en oración, los apóstoles que no aguantan estar vigilantes. El Señor en oración… suda sangre!!! La luna en lo alto, las aves nocturnas con sus voces y el viento frío que hiela nuestro interior. Y viene la pregunta; donde encuentro paz en todo esta escena que el miedo me inquieta?…. Y es en el momento que Jesús habla con su Padre que encontramos el tesoro, Jesús en su humanidad plantea el retiro de este cáliz, sin embargo deja a Dios ser Dios, Padre que se haga tu voluntad y no la mía es el cierre de esta oración. Muchos dirán que la valentía llevó a Jesús a mantenerse; en lo personal dudo que la valentia haya sido. Que fue entonces? lo que mantuvo a Jesús fue el Amor. Amor Incondicional por todos; por sus discipulos, por sus detractores, e incluso por aquellos que procuraban su muerte. Amor por ti, amor todos nosotros que lo traicionamos sin que cante el gallo. Y es ese Amor que hoy permite que muchas personas se estén entregando por su prójimo en un centro de salud, en un servicio publico de vigilancia, en una labor cívica de llevar alimentos, ese Amor hoy se manifiesta de multiples maneras, pues no es un salario que los mantiene en pies; es Amor. Amor que pedimos al Espíritu Santo hoy lo derrame en cada uno de nuestros hogares, en nuestros corazones y que nuestras oraciones que parten desde el Amor sirvan de sostenimiento a estos discípulos que están en vela por el bien de su prójimo.