En muchas ocasiones de nuestra vida, en cualquier diálogo le decimos a otra persona, pregúntale a Fulano quien soy yo, y no en pocas ocasiones esta pregunta va acompañada de vanidad o arrogancia; y cuando es en ámbito comunitario esta vanidad nos hace creer q tenemos una corona…. tan frágil es dicha corona que con cualquier golpe de la vida se rompe o tan liviana q cualquier borrasca se la lleva …. no nos damos cuenta q quien realmente responde esa pregunta es nuestro corazón. Las preguntas q nos deben preocupar responder no vienen de otro ser humano, sino de Jesús….
¿Quién dice Jesús q soy yo?
Puede Jesús declarar sobre mi q soy una roca para la salvación de mis hermanos, una roca para la evangelización, una roca de testimonio de vida llena de Espíritu Santo, una roca fortalecida por su amor?
Puede Jesús entregarme las llaves para actuar sin prejuicios, sin pareceres humano, sin falta de justicia al momento de aplicar la ley q el nos hace entrega cuando nos da la Ley de su Amor?… Más que pensar en el Pedro que lo negó tres veces meditemos en el Pedro que se entregó al Espíritu Santo y con valentía y arrojo predicó a Cristo Vivo y Glorificado de manera que sea este nuestro ejemplo a seguir y al momento que Dios pregunte a Jesús quien eres, Dios Hijo responda “Padre esa persona es una que en su debilidad pidió que yo me hiciera fuerte y en sus fortalezas yo tuviera La Gloria”