¿Qué saliste tú a buscar cuando decidiste seguir a Cristo?
Tercer Domingo de Adviento 2019 ( Mateo 11, 2-11)
La pregunta de Jesús a sus discípulos acerca de lo que salieron a contemplar en el desierto al enterarse de que había una voz allí, bien puede repetirse para todos nosotros, , ¿Buscabas la comodidad de un templo?, ¿Socializar con otras personas? , ¿Asistir a ritos sin interiorizar en tu corazón?, ¿Buscar prestigio social?. Seguir a Cristo difiere mucho de todo esto. Seguir a Cristo implica darse y gastarse por el prójimo; es salir a los desiertos a evangelizar ,allí donde más nos puedan rechazar, a llevar luz a los “ciegos” aquellos que las diferencias sociales les han ocultado sus derechos, a los “lisiados” que por la falta de Justicia han visto truncadas sus vidas y las de su familia, a los “leprosos” que los prejuicios sociales que cultivamos han arrinconado y excluido del disfrutes de bienes básicos, salir a buscar los “muertos” que por falta de una labor seria de llevar la palabra de Dios hemos dejado que se les apague la parte espiritual del ser humano y su relación con el Creador
Seguir a Cristo implica dar un testimonio de vida que abra los oídos de los “sordos” llenos de indiferencia. Es tiempo que dejemos de exigir el gran milagro de que resucite un muerto o esperar que Jesús vuelva para físicamente para entonces comenzar a trabajar por el Reino de los Cielos, es tiempo de que comprendamos que Jesús está en cada uno de esos hermanos marginados y excluidos. Que Jesús quiere la salvación de aquel que tiene su corazón lleno de prejuicios y corrupción; y a ti hoy te pide que dejes tu comodidad y camines en el desierto para hacer el milagro de traer de nuevo a la vida a aquellas personas que viven muertas.
Pidamos al Espíritu Santo que alimente nuestro espíritu del Gozo que da la presencia de Jesús, de manera que podamos dar cumplimiento al Adviento del necesitado, al ser Jesus en sus vidas.
Señor no soy digno de que entres en mi casa
En la liturgia del Rito Romano se reza la oración que recoge el Evangelio del apóstol Mateo en el dia de hoy. Durante la elevación, el celebrante ordenado dice: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado el mundo…” y la asamblea responde: “Señor no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme”. En lo personal es uno de los momentos más importante de la liturgia, que pasa de tener un carácter general a todos los presentes a ser particular de manera exclusiva a cada uno, es el momento de dejar entrar a Jesús a esa casa interior que es nuestro corazón; a ese corazón lleno de imperfecciones, de miedos, rencores, desilusiones, dolor, frustracion, prejuicios y que el entra a morar, no para hacer magia y que desaparezca lo que quebranta nuestro corazón, sino para darnos la fuerza a través del amor, la fe y la esperanza de que todo eso se puede superar y las cadenas que amarran nuestro interior él las romperá y llevará la luz a nuestro interior.
En esa invitación nos humillamos en humildad no en temor; y en esa humillación entendemos que la Misericordia que permitió la Encarnación de Jesús en el vientre de María, para que entrara en este mundo imperfecto, es la que hoy permite que se encarne en el corazón de todo aquel que le abre las puertas de su corazón, no para guardarlo de manera egoísta sino atesorándolo a través del servicio a los demás y un testimonio de vida que exprese que el Señor Viene y habita en nuestro interior, de manera especial en este tiempo de Adviento.
[Top]