Enseñanza para ambos Hijos
Lc 15, 1-3. 11-32
Por costumbre, vemos muchas veces en esta parábola la enseñanza para el hijo menor, para aquel que se alejó. Y no nos percatamos que ambos hijos , que son hermanos deben cambiar su comportamiento hacia el padre y entre ellos mismos.
A que están llamados los hermanos? Están llamados a recapacitar; y este llamado hoy llega a nuestros oidos. Si, nosotros estamos llamados a recapacitar de nuestros actos . De los actos que nos alejan de Dios Padre y nos privan de su Gracia, de gozar todo lo bueno que Él tiene para sus hijos , de arrojar a la basura los dones que con mucho amor pone en nosotros, de despeciar todo el amor que el nos da a través de nuestro conyugue, nuestros hijos, nuestros padres , hermanos, familiares y nuestra comunidad de hermanos. Este alejamiento nos lleva a la oscuridad en muchos sentidos (material, fisica, espiritual y moralmente) y nos destruye sumergidos en el pecado. Realmente nos alejamos de Dios; creamos una zanja…que no nos deja llegar a Él.
Y que pasa con el otro hermano? el que permaneció al lado de el padre? cual comportamiento debe cambiat?
Si el hermano menor hizo una zanja … el mayor ha constuido un muro que no le deja ver a su hermano, se ha ido aislando tanto de Dios Padre como de su prójimo. La Misericordia no ha permanecido en su corazón y en cambio se ha llenado de arrogancia, egoismo y desamor. Ha entablado una relacion con Dios en base al cumplimiento que ha sellado su corazón y lo ha cubierto de un comportamiento farisiaco que no lo deja amar, que lo llena de prejuicios y preceptos que lo alejan de su projimo. Se nos olvida lo que Pablo nos dice en su carta, que es a través de nosotros que muchos conocerán a Jesús y su Evangelio.
No importa en cual de las dos posiciones tu estés, la Misericordia del Padre sobrepasa la condición que en este momento sobrellevemos y nos recibe con todo su amor… se alegra por aquel que regresa y se alegra por aquel que permaneció y decide abandonarse al Señor para servrle al projimo con amor y actuar con misericordia.
Que el Espiritu nos conduzca en este recapacitar para que colmados del amor de Dios Padre podamos ser reflejo de su Misericordia en el diario vivir, en nuestra cotidianidad y diario vivir.
La alegría de entregarse
Juan 15, 1-8
Las primeras comunidades-iglesias cristianas mostraban gran gozo y entusiasmo en su accionar debido a la presencia constante y activa del Espiritu Santo. Los ministerios crecian y se multiplicaban en gracia unidos a Cristo.
En el presente somos un reflejo de estas comunidades que en Palestina, Antioquia y Fenicia buscaban en el Evangelio de Jesús una forma distinta de vivir; Vivir para amar al projimo a traves de Servir.
En nuestra sociedad de hoy es tan dificil encontrar el servicio; el Servicio desinteresado libre de fines ulteriores y de intereses humanos. Estamos acostumbrado a ganar algo en todo que nos cuesta extender las manos y que al cerrarlas estén vacías. Algo debo traer en ellas aunque sea el projimo para exprimirlo y despues desecharlo.
Iglesia de Cristo no es ONG, Iglesia es servir y como las paredes no sirven sino que sirven los miembros de la Iglesia, nosotros estamos llamados a servir. Servir unidos a Cristo para que en todo momento el gozo y la gracia nos acompañen, nos ayude a someter la parte humana de creernos indispensables en la vid del Señor, a someter la arrogancia y nos ayude a reflejar a Cristo en nuestro servicio; que sea el mensaje del Evangelio que quede y no quien hace la obra.
Es a través de la unión con Cristo que el servicio al prójimo no espera nada, que encuentra alegría en entregarse, que encuentra gozo en la sonrisa de un niño, de un anciano o del prójimo que mal vive en las periferias.
Que el Espíritu Santo nos ayude a mantenernos unidos a Jesús, y permita que nuestro servicio refleje a Cristo y que el temor a poner a disposición del prójimo nuestros dones desaparezca de manera que nuestro ministerio, tanto el personal como el comunitario, crezca y se multiplique y así nuestros frutos sean la gloria y la alabanza al Señor en todo momento.
Bálsamo y Venda
- Juan 10, 11-18
Muchos de nosotros no podemos dimensionar los atributos y cualidades que definían a la persona que hacía en la antigüedad el oficio de pastor. Nuestras referencias se basan quizas en un libro, alguna película o dibujo animado. En la Biblia encontramos pasajes que nos muestran lo duro del oficio y lo valiente y arrojado que tenían que ser aquellos hombres y mujeres para realizar su oficio, siendo el caso de David quizas el más notorio; que enfrentó a un oso y a un león, en diferentes ocasiones, para defender su rebaño, para que no se perdiera ni una sola de las que le habían entregado su padre.
Y es en esta misma línea que Jesús se presenta a nosotros. Enfrentando al mal espíritu en el desierto, venciendo a la muerte en la cruz para poder llevar al Padre todas las ovejas de las diferentes naciones que forman el Pueblo de Dios. Para poder sanarnos de nuestras propias heridas causadas por los egoísmos, por la arrogancia, por la avaricia, por todos esos comportamientos que nos deshumanizan y no nos dejan amar, respetar y dignificar al prójimo .
De seguro nos agrada llamar a Jesús nuestro Buen Pastor; y la pregunta que debemos respondernos es por que lo llamamos así? Por temor, por lo útil o por amor?
Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a encontrar el real significado del Buen Pastor en nuestras vidas de manera que podamos ser bálsamo y venda para todo aquel que nos rodea. Que le podamos decir a Jesús tu eres el Buen Pastor y heme aquí Señor quiero ser tu instrumento para llevar tu mensaje y tu sanación.
Nuestra Inhumana Humanidad
Tomás se convierte en el blanco perfecto para ser criticado por su alto grado de incredulidad; es la pieza ideal sobre la cual podemos descargar toda nuestra “inhumana humanidad” al no creer; Tomas es incrédulo en dos sentidos; no cree en el testimonio de la experiencia comunitaria con el Resucitado, ni tampoco cree en las palabras de Jesús de que resucitaría de entre los muertos, al parecer no entendió las explicaciones que Jesús dio a sus discípulos.
Hoy día ambos tipos de comportamientos permanecen tanto a lo interno de las comunidades cristianas como en la sociedad en sentido general.
En la comunidad cristiana queremos encerrarnos en la comodidad del “cuarto cerrado” y esperar que Jesús venga a mostrarnos sus llagas al igual que hizo con Tomás; y que tanto nos parecemos a Tomás! que no retenemos las enseñanzas del Maestro de ir por el mundo llevando su Evangelio para buscar aquel hermano que un salario de miseria le atraviesa las manos, o buscar aquel padre de familia que sus pies son atravesados por largas jornadas de trabajo inhumano, buscar aquella madre de familia que la impotencia de ver que su hijo padecer en una cama sin atención médica le atraviesa el costado o salir al encuentro de la joven que carga una corona de prejuicios que no le permite desarrollarse socialmente y que diariamente es estigmatizada.
Pidamos al Espíritu Santo que no permita que la novedad experimentada por la primera comunidad cristiana al recibir al Glorificado, se pierda en las nuestras y que la certeza para creer que Jesús entra a nuestro cuarto sea el testimonio de vida lleno de serviciio con amor a nuestro prójimo.
Jesús reconstruye mi templo
Jn. 2, 13-25
La entrada de Jesús al Templo que nos presentan los Evangelios la visualizamos en muchas ocasiones como algo “épico”, pensamos en un desalojo con la fuerza pública de un lado y los usurpadores del otro, apoyados por los círculos de poder; que las palomas liberadas taparon el sol y que el ganado desatado llegó a las puertas de la ciudad, y no decir de la cantidad de monedas que cayeron al suelo. Nos quedamos con la idea de un Jesucristo revolucionario, desafiante del status quo, agitador de masas. Un líder politico-militar se nos fija en la mente porque el ser humano encuentra complacencia en lo material y no escuchamos lo que Jesús hoy nos pide. Nos pide que lo imitemos; a cual templo iré a limpiar es lo que pensamos?… el templo que Jesús hoy nos pide que subamos junto a Él, esta cerca de cada unos de nosotros, es al templo de nuestro corazón. Ese es el templo que hoy quiere limpiar, quitar de ahí todo aquello que ocupa espacio y evita que disfrutemos a plenitud de la Gracia, del Amor , del Perdón y del Gozo de Dios. Quizas no es tan “épico” esta subida pero si es de valientes.
Pidamos al Espíritu Santo que nos de la valentía de poder limpiar nuestros corazones, cada uno sabe de que cosa se lo está dejando usurpar, y como Jesús que en tres días reconstruía aquel templo, hoy con tres pasos (arrepentimiento, confesión y perdón) Jesús reconstruya el nuestro .
Señor danos un corazón como el tuyo!
[Top]“Misericordia para mi!, entonces Dios es justo”.
“Dios se muestra compasivo y misericordioso con los demas ; cuestionamos a Dios”…
No nos damos cuenta que aquel que se arrepiente está reviviendo, volviendo a la vida; mientras el que juzga, el que no supera prejuicios se está muriendo en vida. Por que se muere en vida? Porque no esta disfrutando a plenitud de las bondades del Creador; disfruto del sol pero me separo de la calidez que da tener una relación personal con Dios Padre, veo el amanecer pero no veo con los ojos de Cristo a mi prójimo y así sucesivamente vivimos la vida como de a migajas, como de aquel lado de la alambrada.
El Señor es lento a la colera y rico en misericordia, el ser humano es rápido a la crítica y pobre en compasión.
Cuantas veces con nuestra actitud le hemos pedido nuestra herencia a Dios Padre?
Cuantas veces hemos lanzado a la basura los dones preciosos que nos ha dado?
O peor, cuantas veces por nuestro testimonio de vida hemos hecho devolver al hermano que venía de camino a reconciliarse con Dios Padre?, empujamos al prójimo del camino de la reconciliación; por una actitud egoísta de tener la “misericordia” para mi solo; es como si nuestra relación fuera de niño malcriado, rabietas, gritos, patadas, etc
Si estamos con Dios no podemos ser como el hermano mayor, tenemos que sacar ese corazón de piedra que nos quiere partir el pecho; tenemos que tener un corazón parecido al de Él.
Pidamos a Dios que nos permita atesorar en nuestro corazón esos momentos en los que volvemos a Él luego de alejarnos de su Gracia y que siempre estemos dispuesto al arrrepentimiento. Que como hijo que está en la Casa , seamos quienes a gritos de alegria avisemos al Padre que ahí viene el hermano que se había marchado, que hay que preparar la fiesta, el banquete y dispuestos a entregar nuestro traje de fiesta al hermano que regresa.
“Señor danos un corazón como el tuyo!”
Es el mensaje lo que nos guía
Mat 23, 1-12
Jesús advierte que no todo el que recibe la responsabilidad para guiar al Pueblo de Dios lo hace bien; también deja claro que el mensaje de Dios supera al “mensajero”; que no importa lo que haga este mensajero el único mensaje real, veraz y eficaz no se desvirtúa. Y es precisamente este mensaje lo que nos guía y no los actos del ser humano.
También a nosotros nos toca aportar un testimonio a través de nuestro comportamiento; ser humilde con nuestros hermanos y con aquellos que no lo son.
Que el Espíritu Santo apacigue nuestro ego y saque de nosotros todas esas miserias de prepotencia, egoísmo y jactancias y con corazón limpio y blanco como la lana podamos llamar a Jesús hermano y a Dios nuestro Padre.
[Top]Este es mi Hijo amado: oíganlo a Él
Mc 9, 3-10
La experiencia que se vive a partir de la contemplación de la Epifanía de Jesús quedaría incompleta si nos quedamos en las tiendas que propuso Pedro construir, y no aceptamos la invitación de Dios Padre.
El Padre declara a Jesús como su Hijo amado y pide que lo escuchemos. La primera declaración nos gastaría líneas y líneas y todos estaríamos de acuerdo de que Jesús es el Hijo de Dios. ¿Y la invitación a escucharlo, la aceptamos? ¿O nos justificamos en el orgullo o en la pereza espiritual? ¿Puede nuestro testimonio de vida transfigurar una
permanente y plena escucha de Jesús? ¿Se transfigura Jesús en mí al prójimo a través de palabras de aliento, de un saludo, de un corazón que perdona y escucha , de manos dispuestas a servir y de pasos llevando el
Evangelio donde nadie quiere ir? Quizas escuchar a Jesús y seguirle da temor, no por miedo sino por la meta tan alta. Pero no estamos solos; en el Evangelio de Lucas nos da la solución y es la oración, ese diálogo con Dios es nuestra herramienta para caminar los pasos de Jesús.
Hoy es un buen día para orar con Dios y pedirle que a través de su Espíritu Santo podamos tener la valentía para dejar que Cristo se transfigure en nuestras vidas y
nos muestre el camino de nuestra misión.
Conviertete y cree en el Evangelio.
Mc 1, 12-15
El Evangelio de hoy nos puede resultar breve para introducir este tiempo fuerte en la Liturgia de la Iglesia, pareciera que Jesús tenía prisa o tenía poco deseo de hablar ese día…. pero no será que a quién se le acaba el tiempo es al ser humano? ¿No será que el mensaje mas que corto es claro y conciso para que no podamos escondernos detrás del muro de la justificaciónes?
Dos acciones: creer y convertíos; es la invitación de Jesús para iniciar el camimo de la Salvación… no te detengas a ver cual es primero, se dan al unisono para llevar el Evangelio; para llevar el Reino de Los Cielos a tantos hombres y mujeres que viven sin esperanza, sin un gesto de amor en su vida, arropados de tanta deshumanización. Hoy Jesús nos encarga ser su voz, ser sus manos, ser sus oidos para realmente acercar su Reino al marginado. Pero no a través de poses, sino a través de un testimonio de vida coherente con el Evangelio, que llama a la conversión , a la fe y a la caridad.
[Top]Cuaresma 2018, Sábado Después de Cenizas
Jesús deja claro q ha venido a llamar a los pecadores para q se conviertan. Siendo la Iglesia, la de Jesús, su búsqueda permanente debe ser: Ir tras el pecador todo el tiempo, no pararnos en tecnicismos de hombres ni a esperar a que vengan. Es ponernos en pie y salir a las periferias físicas y espirituales a buscar al que necesita del médico.
¿Acaso puede el herido llegar por sus propios a la sala de emergencias? ¿Acaso puede curarse una llaga la misma persona enferma? la respuesta es “no”.
Entonces nos toca salir, enviados por Cristo, para que al igual que Leví, los olvidados y marginados reciban el anuncio de que quiere estar en tu casa, en tu intimidad, en tu corazón. Y en esta misión no debemos olvidar que somos débiles y que somos también pecadores.
Pidamos al Espíritu Santo ser fiel instrumento de Jesús, de manera que podamos reflejar su Misericordia; esa misma Misericordia que él tuvo con Leví y que tiene con cada ser humano en la Historia de La Salvación, ayer, hoy y siempre.
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